Veamos por qué es mi forma favorita de viajar.

Cuando era niño, Costa Rica ya había desmantelado el ferrocarril. Escuchaba historias de los viajes que hacían mis padres a Puntarenas o cómo traían carga del Valle Central hacia las costas, exportando café o banano. Incluso hoy, que ya está habilitado nuevamente el tren entre las principales ciudades del Gran Área Metropolitana, algunos de sus cientos de kilómetros de vía férrea abandonada, son historia pura.

Historia a la que no pertenecí. Nunca me he montado en un tren en mi país, ni siquiera al que llega a la ciudad de mis padres. Mi primer tren fue en el metro de Ciudad de Panamá en 2018, un sueño que en Costa Rica vemos tan lejano. La negligencia, corrupción y nuestra propia falta de determinación, hace que no solo hayamos perdido por años un medio de transporte tan importante, sino que ahora estemos rogando por miserias. Mi querido país pasó de planear un aeropuerto moderno en Orotina (cerca de las playas y zonas turísticas), conectado con un tren de alta velocidad hacia las ciudades del Valle, a un pequeño tren interurbano solo dentro de la capital.

Pero esta edición de Mal Turista no es para hablarte de lo necesario que son o mis quejas del gobierno de turno con este tema, sino por qué son para mí, un medio de transporte de ensueño, uno que no solo me transporta a lugares, también a historias.

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Minimalismo en forma de viaje

Quitemos del medio algo primero. Existen varios tipos de trenes, algunos más cómodos que otros eso es claro. Y dependiendo de su propósito, las historias cambian. Por ejemplo, en un metro debes no sólo debes estar más atento a tus alrededores. Es más difícil disfrutar el paseo, no solo porque suelen estar llenos de personas, la mayoría yendo o viniendo hacia sus hogares o trabajos. Son personas que aprecian el silencio en alerta. Si has viajado en uno sabes a lo que me refiero. El metro además suele ser subterráneo por lo que tu atención se concentra en casi todo el viaje en lo que sucede dentro del mismo. Personas. Miradas y murmullos.

El tranvía es diferente. Si eres turista, es muy divertido. Un escaparate de la ciudad, con ventanales grandes y poca gente dentro, puedes centrar tu atención afuera. Cafeterías que no visitaste, peatones esperando cruzar avenidas repletas de vehículos y sitios de interés que ni habías contemplado en tus planes. Caminar la ciudad siempre es mejor, pero si tienes poco tiempo, es recomendable si hay disponible uno.

Finalmente, mi preferido y el que, paradójicamente, nunca he usado, por lo menos no hasta dentro de quince días: el tren. Si bien mi plan original era utilizar el bellísimo tren de alta velocidad de Fecciarossa, saliendo de Gare du Nord hacia Milano Centrale, no pudo ser. Mi ilusión era no tener que lidiar con un aeropuerto más y los riesgos que eso conlleva, Europa es un desastre por el nvel de cancelación de vuelos después de la pandemia. Este tren te lleva de París a Milan en 7 horas, en primera clase, WIFI, comida ilimitada. Y algo que me encanta, antes de salir de Francia, en la última estación, se baja el personal francés para que suba el italiano. En ese cambio, la comida disponible también varía, pasa a ser comida italiana el resto del viaje. Puedes ver los Alpes de fondo mientras estiras las piernas por 10 minutos en esa estación y cruzas por debajo kilómetros de montañas hacia Turín, en el norte de Italia.

En uno así viajaré.

¿Ya vas entendiendo a lo que me refiero no? Aunque lastimosamente no podrá ser en este viaje que haré, definitivamente sucederá en el futuro. Por ahora, el que sí tomaré, es un tren de alta velocidad de Frecciarossa de la estación Santa María Novella (nombrada así por la iglesia que queda justo al frente en Florencia), hacia Bologna Centrale. Un trayecto de poco más de 35 minutos. Y a la vuelta, en uno más lento de Intercity, que dura una hora y quince minutos. 

Todo ese tiempo lo disfrutaré como un enano. Rivalizando con la comida claro. Los trenes de este estilo tienen la ventaja que te permiten ver paisajes bellísimos, las estaciones son mucho más relajadas que los aeropuertos y en lugares como Europa, puedes recorrer todo un país en ellos. Es una forma de viajar muy minimalista y me encanta.

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Sueños sobre rieles

Volar me gusta mucho pero siento que no le quitará nunca ese puesto especial que tienen los trenes para mí. Muchos de mis planes y sueños no contemplan los aviones como parte de ellos, sino como medio para llegar a cumplirlos.

El tren pesado de AMTRAK, en el cual puedes dormir en tu cuarto privado, es mi principal razón para solicitar una visa de turista americana. Cruzar de Nueva York a Los Ángeles en 96 horas y volver, es la excusa ideal que tengo para escribir el boceto de mi antología de ciencia ficción. Solo yo y paisajes infinitos de montañas, desiertos y bosques norteamericanos.

Uno de los carros con vista panorámicas en los trenes de larga distancia de AMTRAK.

O el tren que sube de Niza en la bellísima Côte d'Azur, en la Riviera Mediterránea de Francia, hacia los Alpes marítimos. Llamado el Train des Merveilles (Tren de las Maravillas), su destino es un pequeño pueblo en el límite con Italia que funcionaba como conexión con Turín hace muchos años. Es considerada una de las obras ferroviarias más impresionantes por su nivel de dificultad para la época. 

Llegando a 1km de altura se ven estas vistas en el Tren de las Maravillas.

Y ni hablemos del espectacular tren de Tsugaru-Nakasato en el norte de la isla principal de Japón, hecho de madera con muchos años de servicio (la ruta tiene ya 92 años) conectando dos prefecturas. En invierno, utilizan carbón para calentar estufas que mantienen calientes los vagones y de paso cocinan calamares y otros alimentos que reparten entre los viajeros. Una de las estaciones por las qué pasa, es la del pueblo de Osamu Dazai, uno de los mejores escritores japoneses de todos los tiempos. Es imposible encontrar una ruta de tren con mejor carisma.

En primavera, el viejo tren hacia Nakasato pasa por debajo de cientos de cerezos.

Tengo muchos otros ejemplos de cosas que quiero hacer en las cuales los trenes son el sueño principal. Porque para los trenes puedo aplicar lo que dice mi autor favorito: viaje antes que destino. 

Para la próxima edición de la newsletter estaré en Florencia, así que trataré de programar el artículo. Pero antes de irme, cuéntame, ¿te gustan los trenes? ¿Cuáles has usado? ¿Cuál te gustaría utilizar? Deja un comentario.

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Por ahora seria todo, hasta dentro de quince días, Mal Turista.